Columna de Opinión

Movilizando los intereses individuales hacia el bien común

20/2/2023
Autor:
Dr. Miguel Córdova Espinoza, especialista en Gestión estratégica

Diferentes investigaciones encontraron que las personas usaron fervientemente los protectores faciales durante la COVID-19 con la convicción de que se protegían a sí mismas. De hecho, un estudio conducido por DeutscheWelle (DW) en Europa obtuvo diferentes testimonios de usuarios de mascarillas, quienes afirmaban su intención de autoprotección. Sin embargo, de acuerdo con el Dr. Ron Waldman, de la George Washington University (GWU), las mascarillas que se utilizaron intensamente durante la pandemia no protegían tanto al usuario, sino a las demás personas de su entorno. Es por este motivo que, para que la estrategia de las mascarillas sea realmente efectiva, las teníamos que utilizar todos y no solo algunos. Es decir, debía ser una acción colectiva en favor del bien común.

Por otro lado, investigadores como el profesor Yuval Noah Harari y el profesor Moisés Naím han afirmado la imperante necesidad de alinear y conducirlos esfuerzos colectivos hacia una única fuerza de acción que permita hacer frente a los desafíos globales actuales.

En una reciente investigación acerca de la necesaria acción regenerativa de la sociedad y los negocios en América Latina y el Caribe, liderada por la profesora María Alejandra Gonzalez-Perez dela Universidad EAFIT, algunas de las más importantes limitaciones para el desarrollo sostenible encontradas en la región se enfocaban en los intereses individuales de las organizaciones, por lo que se volvían incapaces de crear sinergias entre el crecimiento económico con la protección del medioambiente y aspectos sociales, y, por ende, estaban imposibilitadas de articular esfuerzos colectivos de manera efectiva hacia el bien común.

Asimismo, en una investigación dirigida por el profesor Federico Ciliberto, de la Universidad de Virginia, las organizaciones han demostrado ponerse de acuerdo de manera ágil y ordenada a través de coordinaciones tácitas, en las que un líder en el mercado provoca una acción colectiva a partir de una acción individual, aparentemente aislada, la cual sigue plenamente intereses individuales. Es así como algunas empresas logran concertar precios en los mercados en los que “compiten” sin siquiera hablarse, reunirse o planificar algo en concreto. Esto puede observarse también en la teoría de juegos propuesta por el profesor John von Neumann y desarrollada posteriormente por el profesor John Nash, en la que los participantes del juego no deberían buscar ganar el premio mayor, con lo que todos podrían perder, sino intentar reducir las pérdidas máximas, con lo que todos ganan algo. En palabras del historiador y economista Jonathan Tepper, ganarlo todo suena muy bien, pero no tan bien como no perderlo todo. Sin embargo, tanto los individuos como las empresas no se comportan de esta manera racional, pues en la mayoría de los casos persiguen la maximización del valor a través de intereses individuales. Lo anteriormente descrito no sería tan urgente, si es que la acción colectiva carece de importancia.

Lamentablemente, de acuerdo con el análisis de riesgos interconectados para los siguientes 10 años realizado por el Foro Económico Mundial para el 2023, se ha establecido que amenazas globales tales como la erosión social, el colapso del Estado, las migraciones a gran escala, la pérdida de biodiversidad, la desigualdad digital, entre muchas otras, no podrán resolverse a partir de intereses u objetivos individuales, sino de esfuerzos colectivos alineados y efectivos. Por lo tanto, al parecer nos encontramos en una encrucijada muy compleja y peligrosa, en la que necesitamos actuar colectivamente por el bien común, pero nuestro accionar refleja que solo seguimos intereses individuales en la mayoría de los casos. Las personas utilizaron mascarillas durante la pandemia porque no querían morir; algunas organizaciones no son capaces de medir o reformular sus operaciones en favor del medioambiente porque quieren maximizar el beneficio económico; muchas empresas prefieren concertar a partir de decisiones individuales, para evitar pérdidas mayores, en vez de competir. Entonces, en lugar de promover la acción colectiva responsable que tanto esfuerzo nos demanda y que, a la fecha, nos genera tan pocos resultados, ¿será posible movilizarlos intereses individuales de las personas y las organizaciones para lograr el tan esquivo bien común?, ¿será posible que una organización colabore con su entorno y sus stakeholders mientras persigue sus intereses individuales?,¿las personas podrían ser motivadas por estímulos de carácter individual que disfracen resultados colectivos positivos? Estas preguntas se plantean para una responsable reflexión por parte de educadores, empresarios, generadores de políticas públicas, gobiernos, estudiantes y ciudadanos en general.

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Dr. Miguel Córdova Espinoza, Doctor en Gestión Estratégica del Consorcio de Universidades en Perú, con estudios doctorales en Copenhagen Business School, y MBA por Centrum Católica.