Columna de Opinión

Repensando la educación en gestión. Más allá del paradigma neoclásico *

16/8/2023
Autor:
Mg. Ester Xicota

Desde ya hace más de una década, una serie de movimientos estudiantiles ha irrumpido en el escenario académico, reclamando un cambio fundamental en la manera en que se enseña la disciplina económica. Estos movimientos argumentan que es imperativo reducir la predominancia de la teoría neoclásica, presente durante décadas en las escuelas de economía, y ofrecer espacio para un mayor número de perspectivas sobre cómo funciona la economía. Figuras influyentes como el premio Nobel de 2013, Robert Shiller, y otros profesores de importantes universidades en Gran Bretaña y Estados Unidos han argumentado que la enseñanza predominante en economía enseña teorías basadas en el mantenimiento de mercados abiertamente competitivos y de actores perfectamente informados que tienen importantes discrepancias con la realidad económica. Estos académicos expresan su preocupación por el predominio de la teoría neoclásica en la enseñanza de la economía moderna y destacan los fracasos de los modelos económicos recientes para explicar o prever las sucesivas crisis económicas.

La preeminencia del enfoque neoclásico, u ortodoxo, es también patente en las carreras de management, o gestión, a nivel mundial, tanto en los niveles de pregrado como posgrado. Sus principios y axiomas están imbuidos no solo en los cursos teóricos y de economía básica, sino que también permean en cursos como gestión estratégica, análisis contable, gestión de costos, gestión de negocios y organizaciones, e incluso en asignaturas como marketing y gestión de personas. Por el contrario, la presencia de otras escuelas de pensamiento económico tan relevantes para la actual coyuntura, como son la economía ecológica, la historicista o la institucionalista, es casi inexistente.

Esta preeminencia es fuente de preocupación en algunos círculos académicos, especialmente a la luz de la actual crisis ecológica y social global. Dejando de lado que, como sustenta el catedrático Enrique Palazuelos en su libro La Economía del Crecimiento en Equilibrio, muchos de los preceptos de la economía neoclásica no cuentan con evidencia empírica que las sustente, el enfoque neoclásico tiene importantes limitaciones a la hora de explicar y dar soluciones a los actuales retos que enfrenta la gestión de organizaciones en la actualidad. Problemas complejos como el cambio climático, la desestabilización de los sistemas planetarios o las implicaciones del racismo y la desigualdad en el desempeño de las organizaciones no pueden analizarse desde los principios, supuestos y herramientas de las escuelas neoclásicas.

El enfoque deductivista de la teoría y la instrumentalización excesiva a través de las matemáticas provoca que sus modelos expliquen poco más que situaciones hipotéticas extremadamente alejadas de la realidad del mercado y el entorno organizacional actual. Adicionalmente, ya algunos economistas, y también agentes públicos, están conviniendo que la relación entre el crecimiento económico y el bienestar no siempre es directa o positiva. En numerosas ocasiones, aún con la intervención de la tecnología, el crecimiento se consigue a expensas de la calidad ambiental, el bienestar de las personas y la estabilidad macroeconómica. Por ello, la orientación casi exclusiva en la maximización de beneficios y el crecimiento económico que proponen las currículas de las carreras de gestión de organizaciones fomenta que se perpetúe un paradigma que mucha responsabilidad tiene en la crisis ecológica actual.

La mayoría de universidades y escuelas de negocio en el mundo han tratado de mitigar estos efectos incorporando cursos de ética, sostenibilidad, RSC, innovación sostenible, etcétera, en las mallas curriculares. Pero estos cursos, cuando no son meramente electivos, no discuten los principios en los que se basa el actual modelo económico y de gestión de las organizaciones.

Para hacer frente a estas limitaciones y promover modelos de desarrollo más sostenible, es esencial introducir más pluralidad en los enfoques de gestión que se incluyen en los planes de estudio. Podríamos considerar incluir, por ejemplo, el enfoque de la economía ecológica, liderada por economistas como Nicholas Georgescu-Roegen o Joan Martínez-Alier, que permite explicar la interdependencia de la economía y el medio ambiente y desafía el paradigma tradicional de crecimiento económico. Otra propuesta sería tener en cuenta la economía institucionalista y keynesiana de Myrdal y Galbraith, que permitiría a los estudiantes desarrollar una visión crítica frente al consumismo y sobre cómo romper los ciclos de retroalimentación negativa de las desigualdades económicas y sociales. Comprender los principios que guían la teoría de los bienes comunes, de la Premio Nobel Elinor Ostrom, aportaría a los estudiantes una visión acerca de cómo las instituciones (no solo los gobiernos) pueden facilitar la gestión sostenible de los recursos naturales. Esta pluralidad de abordajes permitiría complementar las deficiencias que tiene la economía neoclásica y ofrecer herramientas a los futuros gestores para navegar el actual entorno económico y político.

Aunque la implementación de tales cambios en los planes de estudio plantea desafíos evidentes, la urgencia de hacerlo es clara. Las facultades de gestión de todo el mundo tienen la responsabilidad de proporcionar a los futuros gestores las habilidades y los conocimientos que necesitan para hacer frente a la crisis ecológica y los retos de la inclusión social. Y cada vez más queda patente que esto no puede hacerse desde un planteamiento basado exclusivamente en el enfoque neoclásico y liberal.

Existen, como mínimo, dos consideraciones que sustentan el desarrollo de una currícula más plural. La primera premisa es que no contar con una currícula plural limita el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes. Al no contar con el conocimiento, las habilidades o las herramientas para explorar puntos de vista alternativos y desarrollar sus habilidades analíticas, sus razonamientos se circunscriben en el contexto de una única línea de pensamiento. La consecuencia inmediata es la incapacidad para criticar el propio sistema y para desarrollar las soluciones innovadoras, verdaderamente fuera de la caja, que tan necesarias son en el contexto social y económico actual. Esta argumentación se esgrimiría de igual forma si se enseñara cualquier otro cuerpo teórico de manera exclusiva. No existe ningún cuerpo teórico capaz de explicar el funcionamiento completo de la economía y, por lo tanto, es necesario contar con un conjunto equilibrado de propuestas teóricas que arrojen más luz a ese espacio complejo que llamamos economía.

La segunda consideración a hacer es que el enfoque neoclásico ha sido criticado por descuidar las consideraciones éticas en la toma de decisiones empresariales. Es bien conocida la voluntad de economistas como Walras o Pareto, y posteriormente de la escuela de Chicago, de separar la economía de la filosofía y equiparar su prestigio al de las ciencias matemáticas y físicas, eliminando cualquier requerimiento de reflexión moral en el análisis y toma de decisiones. En este contexto, se supone que la toma de decisiones en el entorno económico se desarrolla únicamente desde el punto de vista de una racionalidad instrumental maximizadora y libre de juicios de valor que niega la realidad que viven los líderes empresariales, los cuales deben tomar decisiones tanto éticas como racionales en su ejercicio profesional. 

Es inevitable que si los alumnos no cuentan con propuestas teóricas alternativas a la lógica ortodoxa, no tengan las herramientas necesarias para plantearse cuestiones tan relevantes como si existe la posibilidad de aumentar el éxito empresarial sin aumentar de manera las ventas cada año; o si la generación de valor empresarial se puede medir con otras unidades que no sean las monetarias; o si la competencia es necesariamente la mejor forma de operar en un mercado. Estas son cuestiones esenciales para los futuros gestores y directores de organizaciones en todo el mundo.

El papel de la educación en management (del sector público, privado o social), en el contexto de la actual crisis social y ecológica, es el de contribuir a transformar el modelo económico y empresarial actual. Un paso ineludible en este camino es el de asegurar una enseñanza plural en materia económica y de gestión y fomentar, en el aula y fuera de ella, los debates constructivos sobre las virtudes y los vicios del mercado, las instituciones públicas, la relación que existe entre la economía y el entorno natural y las cuestiones éticas y sociales en juego.

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Mg. Ester Xicota. Msc in Environmental Governace por Albert Ludwigs-Universitat Freiburg, Alemania

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*Las opiniones expresadas en esta Columna de Gestión son de exclusiva responsabilidad de la autora.