Columna de Opinión

El Poder de la Estrategia

26/1/2023
Autor:
Mag. Daniel McBride - Especialista en Gestión Estratégica

En su libro “Sapiens: de animales a dioses”, el renombrado historiador israeli Yuval Harari sostiene que el homo sapiens gobierna el mundo porque somos el único animal capaz de cooperar con agilidad en grupos numerosos. Nuestro “éxito”, para bien o para mal, proviene de nuestra capacidad de crear redes de cooperación masivas, donde miles de auténticos extraños colaborarán juntos por objetivos comunes. (Harari, 2014) 

Si entendemos la gestión como “la capacidad para ponernos de acuerdo, coordinar y usar los recursos de manera eficiente para lograr objetivos comunes” (FGAD, 2019), podemos inferir que esta “capacidad de gestión” es la que permite crear y sostener esas redes de cooperación que hacen posible el desarrollo de sistemas organizacionales tan diversos como una corporación multinacional, una comunidad religiosa e incluso una nación.

En el corazón de esta capacidad de gestión yace la estrategia: la expresión de lo que aspira una determinada comunidad (la visión compartida, el sueño colectivo, el gran objetivo a largo plazo) y la elección de los caminos para lograrlo. Bajo esta perspectiva, la estrategia sería, en palabras de Harari, “el pegamento misterioso”, el relato que permite, energiza y potencia la cooperación de las personas para alcanzar los objetivos propuestos.

En el mundo de las organizaciones y en especial de las grandes corporaciones, es evidente la importancia y trascendencia de la estrategia como elemento directriz y articulador de las energías de sus miembros. No es posible imaginar una organización del siglo XXI que no haya definido objetivos claros, estrategias para alcanzarlos e indicadores que le permitan evaluar su desempeño (McBride, 2015). 

Sin embargo, ¿cuánta importancia le damos a la estrategia en sistemas más complejos como una ciudad, una región, un sector productivo o incluso una nación? ¿Acaso estos ecosistemas no requieren de una visión compartida y políticas de largo plazo para su desarrollo? Si bien existen planes de desarrollo concertados, planes urbanos y diversos planes sectoriales, las decisiones que se toman en estos ecosistemas (disposiciones normativas, proyectos, presupuesto) no necesariamente responden a la estrategia (si es que existe). En la mayoría de los casos, estos planes duermen encarpetados y olvidados en algún rincón, mientras las nuevas autoridades con un nuevo grupo de técnicos empiezan a desarrollar un nuevo plan que muy probablemente luego de algunos meses tendrá el mismo destino. Estamos llenos de planes, pero carentes de estrategias de largo plazo adaptables que sean realmente compartidas por los diversos actores y guíen la toma de decisiones en las diversas comunidades de las que formamos parte.

La estrategia es una herramienta muy poderosa pero poco aprovechada para promover sentido de pertenencia, visión compartida a largo plazo, reflexión acerca de cómo va nuestra comunidad y que podemos hacer y cambiar para mejorar. Todos hablamos de lo mal que nos va como país, región, sector o ciudad, pero ¿Cuántos conocemos objetivamente como nos va? ¿Cuántos tenemos interiorizados los grandes objetivos nacionales? ¿Cuantos conocemos los grandes proyectos a largo plazo y el avance de cada uno de ellos? 

Si la ciudadanía conoce, participa e interioriza la estrategia de su comunidad (país, sector, región, ciudad), se podría utilizar como una de las principales herramientas de monitoreo y rendición de cuentas. La ciudadanía (organizaciones de la sociedad civil, empresas, medios de comunicación, academia) estaría mucho más empoderada y le exigiría a los candidatos y autoridades de turno decisiones y acciones específicas en función de la estrategia compartida. ¿Se imaginan un debate en el que en vez de escuchar promesas e iniciativas al aire en materia de seguridad, educación, etc, se les pregunte a los candidatos que van a priorizar o desestimar de la estrategia país o ciudad que ya ha sido establecida? ¿Se imaginan si las principales decisiones políticas que afectan a una comunidad se reflexionen y discutan en el marco de la estrategia compartida? 

En el caso de nuestra querida y a la vez precaria “comunidad Perú” el recientemente aprobado Plan Estratégico de Desarrollo Nacional (PEDN) al 2050 tiene un gran potencial para articular a los diferentes actores políticos, públicos, empresariales, académicos y la ciudadanía en función de un proyecto nacional a largo plazo. A pesar de que no podemos sostener que es una estrategia realmente compartida porque son pocas las personas que la conocen y menos las que han participado del proceso, el documento es fruto de un trabajo técnico de más de tres años que hay que aprovechar pues allí están establecidas las brechas, los desafíos y los proyectos de largo plazo que deberían ser priorizados para alcanzar los objetivos propuestos. Como toda estrategia no debe estar escrita en piedra y debe adaptarse continuamente en función de las opiniones constructivas de más actores, los resultados de la ejecución, las tendencias y cambios en el entorno y las prioridades políticas de turno.

El gran reto es darle vida a la estrategia. Hay que hacerla muy visible, comunicable, entendible, conversable, apropiable y adaptable. Por un lado, hay que promover activamente que la mayor cantidad de personas tengan acceso y conozcan de manera objetiva y sencilla los objetivos y los indicadores de avance a nivel de resultados y proyectos. Por otro lado, buscar mecanismos para que la estrategia sea el marco de referencia de las decisiones de los políticos de turno. 

Como señalan los profesores Acemoglu y Robinson (2012) en su libro “Why Nations Fail”, no hay nación que salga adelante sin la construcción de un proyecto colectivo futuro. El Perú, dada su fragmentación y crisis política estructural, es el caso ideal para hacer de la estrategia el elemento unificador y reflexivo que tanto necesita el país en sus procesos de toma de decisiones colectiva

Si queremos salir adelante, necesitamos cambiar radicalmente la forma de hacer política. Las grandes decisiones de una comunidad no pueden seguir en la precariedad del cortoplacismo, los egos, la rivalidad y la disputa por el poder. Hay que evolucionar hacia una verdadera “alta dirección” donde la estrategia se convierta en el espacio natural para la deliberación constructiva y el centro articulador de la toma de decisiones colectiva entre los diversos actores que forman parte de una comunidad. 

Así como en una orquesta "la partitura" es lo que guía a la diversidad de músicos e instrumentos para lograr una obra de arte, en una comunidad tan rica y diversa como el Perú, lo que nos debe guiar es una visión y estrategia realmente compartida. 

Bibliografía:

Acemoglu, D. & Robinson, J. A. (2012). Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty.

CEPLAN (2022). Plan Estratégico de Desarrollo Nacional al 2050. Decreto Supremo Nº 095-2022-PCM.

Facultad de Gestión y Alta Dirección PUCP (2019). Plan de Estudios 

Harari, Yuval (2014) Sapiens. De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad

McBride, D (2015). Gestión Estratégica en Sistemas Abiertos o Ecosistemas 

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Mag. Daniel McBride.- Master in Public Administration por Maxwell School of Citizenship and Public Affairs, Syracuse University y Licenciado en Economía por la Universidad de Lima. Fundador y Director de la Asociación Valor Público.